Permaneció activo entre 1683 y 1688, periodo en el que sacó a la luz nueve libros.
Falleció en 1688 y el negocio pasó a ser dirigido por su yerno, Domingo de Berdala.
Se instala en Pamplona en 1649, donde, en torno a 1660, casa con la navarra Graciosa de Asca, que aporta 500 ducados de dote, que con el paso del tiempo, con “mejoras y conquistas”, se incrementaron en otros 200.
[4] La venta de los manuales escolares era un negocio rentable y, por este motivo, estaba sujeto a permanentes denuncias entre los profesionales, como sucede en 1681 cuando es multado con 30 ducados por vender “cartillas” sin la licencia que otorgaba el Consejo Real de Navarra.
A la vista de las ventajas que ahora se ofrecen a los posibles clientes, el virrey aprovecha la oportunidad que ofrece la competencia desatada entre las dos imprentas de la ciudad y, rompiendo el monopolio de Zabala, autoriza que los interesados puedan recurrir al impresor que prefieran, aunque este deberá aplicar los nuevos y más baratos precios ofrecidos por Juan Micón.
Pidió ser enterrado en la iglesia de San Nicolás con funerales acordes con su “estado y calidad”.