De estos y otros negocios resultó una cierta afluencia económica.
Por ejemplo, en su testamento se ve que tenía un manocordio y dejaba a su discípulo Ginés Navarro «un arpa, las pautas, las tablas y papeles de la música».
Hacia 1712 debió caer gravemente enfermo, ya que realizó un testamento.
Dos años más tarde solicitaba al cabildo que su discípulo Ginés Navarro fuese nombrado sucesor.
[1] No se conocen obras suyas que hayan sobrevivido.