[2] Montúfar y Frasso constituyó, además, un mayorazgo para vincular sus propiedades tanto en España como en América, autorizado mediante Real Cédula expedida por el rey Carlos III el 24 de noviembre de 1759.
[7] En 1721, mientras vivía en Arequipa, Montúfar se casó con la dama Martina Aldonza de Taborga y Durana, dos años mayor que él y de quien enviudó al poco tiempo sin haber engendrado descendencia.
[11] El 16 de junio de 1747, en el Palacio del Buen Retiro, el rey Fernando VI firmó la Real Cédula mediante la cual lo nombraba como su representante en suelo quitense, pero Montúfar emprendió su viaje de regreso a América recién en 1752, tocando tierra en La Habana, Buenos Aires y Lima.
[5] Fue una autoridad que en el plano ejecutivo se ocupó de absolutamente todos los temas concernientes al territorio y al Cabildo, mientras que en el económico se mostró austero, reduciendo significativamente los egresos destinados a recepciones vanas de las autoridades civiles y eclesiásticas.
[6] Por causa del mismo sismo, el Presidente debió reedificar el Palacio Real en 1758, fecha en la que el sacerdote italiano Mario Cicala describe los trabajos que habían costado ochenta mil escudos y le habían devuelto su fachada de dos pisos, tres magníficas escaleras, doce locales comerciales en los bajos, varios balcones, salas y antecámaras, todas muy luminosas.
Poco tiempo después, y debido a que la dispensa del matrimonio de sus padres había tardado mucho, pudieron ser finalmente bautizados el mismo día y con poderosos padrinos.