Juan del Castillo (eclesiástico)

Condenado por la Inquisición por sus ideas heréticas, fue ejecutado en la hoguera hacia 1535.

[3]​ Protegido por el inquisidor general Alonso Manrique llegó desde a Toledo desde Sevilla, donde era maestro de niños, en 1525.

En Toledo impartió clases de griego y, ordenado sacerdote, obtuvo el título de maestro en Teología, aunque Luis Beteta, otro alumbrado procesado por la Inquisición, ponía en duda que mereciese tal grado tras discutir con él acerca de si el pecado mortal hace perder la fe.

Entre tanto, Francisca Hernández, alumbrada vallisoletana y el clérigo Diego Hernández, en sus delaciones ante el tribunal inquisitorial lo tacharon de luterano.

Entre esas confesiones que lo calificaban como luterano negaba el libre albedrío y rechazaba el valor a las obras de cara a la salvación.