Su fin era alejar al niño de toda influencia que pudiera afectar negativamente su conducta.
[3] Fallece en Rosario en 1925 y sus restos fueron depositados en el Cementerio El Salvador de la misma ciudad, en un mausoleo que fue costeado con el aporte popular como agradecimiento a la labor de la educadora por la niñez desvalida.
Una idea concebida a la luz del positivismo de ese entonces.
Dicho ahora parece una simpleza, pero para aquel entonces, para la escuela del silencio, del permiso que el chico debía pedir constantemente para moverse y hablar, era revolucionario".
[5] Una calle y una escuela técnica de la ciudad argentina Rosario, llevan su nombre.