Jueces 11

[1]​ Según la tradición judía, el libro fue atribuido al profeta Samuel,[2]​[3]​ pero los eruditos modernos lo consideran parte de la Tradición deuteronómica, que abarca los libros de Deuteronomio a 2 Reyes, atribuidos a escritores nacionalistas y fervientes yahvistas durante la época del rey reformador de Judea Josías en el siglo VII a. C.[3]​[4]​.

[7]​ Los manuscritos antiguos existentes de una traducción al griego koiné conocida como Septuaginta (originalmente se hizo en los últimos siglos a. C.) incluyen el Codex Vaticanus (B;

El acuerdo entre Jefté y los ancianos se selló en un pacto con YHWH como testigo (Versículo 10).

Ambos enfrentaron conflictos con sus hermanos: Abimélec los asesinó, mientras que Jefté fue rechazado y expulsado por ellos (Jue 11,2).

Estas narraciones reflejan los intentos iniciales de establecer un gobierno estable en Israel.

Dios prefiere a quienes los hombres desprecian, transformándolos en instrumentos de salvación para su pueblo.

[23]​ Sin embargo, en este caso, el voto de Jefté se considera precipitado y manipulador:[24]​ La narración enmarca el voto (versículos 30-31) dentro de los registros de las batallas y la victoria sobre los amonitas en los versículos 29 y 32 para mostrar que el voto de Jefté es totalmente innecesario, ya que sus últimas palabras al rey amonita deberían ser suficientes, «Que el Señor, el Juez, decida hoy la disputa entre los israelitas y los amonitas» (versículo 27), que YHWH entregaría a los amonitas en manos de Jefté igual que YHWH entregó a Sijón a los israelitas (versículo 21).

Aunque en ocasiones se practicaron en Israel (2 R 16,3), las Escrituras reprueban este acto.

Esta enseñanza se encuentra reflejada en otros pasajes bíblicos que regulan los votos y su cumplimiento (cf.

[28]​ La hija de Jefté, al conocer el voto realizado por su padre, le pidió un aplazamiento para poder «llorar su virginidad» (Jue 11,37).

Comienzo de Jueces en el Códice de Alepo , un Manuscrito hebreo del siglo X d. C.