García de la Peña inició su andadura en el mundo del arte en su juventud.
Siendo estudiante universitario de Arquitectura, Ciencias exactas y Químicas comenzó sus exposiciones en 1946.
Hombre con una gran personalidad derivada de su genial creatividad, le lleva a no pasar desapercibido.
Participó en Ferias de mobiliario internacionales como Burdeos, París y Nueva York, donde sus diseños cautivaron a los visitantes por su esmerado detalle y belleza que les hacían parecer piezas auténticas de estilo rústico-medieval español.
En ese país revalida su formación autodidacta diplomándose como Decorador Proyectista e Interiorista en la École des Décorateurs Ensambliers de Québec en 1967.
En dicha Escuela recibió un bonito acto de reconocimiento a su trabajo al dejarla.
Compaginó su actividad artística con la docencia, siendo profesor de bellas artes, diseño y perspectiva en Marbella.
Apoyándose en el dominio de las técnicas, sus representaciones van evolucionando hacia la depuración expresiva próxima a una abstracción ligada a un estado emocional en contacto con la naturaleza, su fuente primordial de inspiración siendo la veladura su recurso más personal como acuarelista, para plasmar luces transitorias y cualidades muy sugerentes, comparables con al fluencia musical o la espiritualidad oriental.