Ello le llevó a desarrollar una ideología marcada por tres objetivos básicos: la unidad nacional, la justicia social y la primacía de los que consideraba tradicionales valores hispánicos.
Creía que la actividad económica debía ser controlada por sindicatos autónomos, pero organizados a nivel nacional.
Después había ayudado a poner en marcha la sección vallisoletana de Acción Nacional; pero el acatamiento de este partido católico al nuevo orden establecido decepcionó al joven, que deseaba una oposición más radical a la República.
[1] Otros afiliados fueron José Antonio Girón, Carlos Sanz, Manuel González Vicén, Elías Iglesias, Fernando Bulnes y Javier Martínez de Bedoya.
Redondo consideraba necesaria la participación de la juventud en la actividad política entendida como «milicia cívica».
[13] Para ganar el apoyo de los pequeños propietarios agrícolas conservadores, Redondo exponía un ruralismo regeneracionista inspirado en Joaquín Costa y Macías Picavea.
[14] Aunque en España pervivió durante siglos un antijudaísmo residual de raíz religiosa, el antisemitismo no era un componente fundamental en la extrema derecha española.
Sus tesis fueron repetidas por Henry Ford en su libro El judío internacional, que fue editado varias veces en España.
Consideraba que era obligación del Estado frenar las amenazas existentes contra la unidad nacional.
[18] Las pequeñas JCAH estaban completamente aisladas en Valladolid y carecían de contactos en Madrid.
A pesar de sus diferencias, tanto el católico Redondo como el subversivo Ledesma eran nacionalistas, revolucionarios, antimarxistas y autoritarios.