Sería muy similar a una supernova, pero más corta y con menor emisión.
[2] En octubre de 2017 se pudo demostrar finalmente dicha teoría mediante resultados experimentales.
El observatorio de ondas gravitacionales LIGO y el observatorio Austral Europeo (ESO) anunciaron las primeras evidencias de una kilonova que había emitido ondas gravitacionales.
Esta explosión de rayos gamma se produjo en una galaxia relativamente cercana, permitiendo que la emisión infrarroja de la kilonova pudiera ser detectada utilizando el telescopio espacial Hubble.
Dos segundos después dos observatorios de radiación gamma percibieron una fuente en el cielo.