Padecía una rara enfermedad de los huesos llamada Síndrome de Seckel, por lo que mostraba una corta estatura, cabeza pequeña, cara y nariz estrechas, ojos grandes con inclinación antimongoloide, quijada retraída, y un ligero retraso mental.
Además era calva, desdentada y prácticamente ciega (o al menos, muy miope).
En estas primeras actuaciones, Woolsey bailaba ataviada con trajes amerindios de los pieles rojas.
Woolsey no solía reaccionar ante los estímulos que la rodeaban, y podía sentarse inmóvil en una silla durante horas.
Aunque su papel no tenía texto, causó una gran impresión al público, por lo que hoy día, es a ella a quien se recuerda como Koo Koo, en lugar de a Elizabeth Green, la Mujer Cigüeña, otra artista circense que interpretaba el mismo papel de mujer pájaro.