En varias pruebas exitosas, el modelo B demostró ser capaz de interceptar ojivas e incluso satélites artificiales.
[2] La naturaleza de la amenaza estratégica cambió dramáticamente durante el período en que se desarrolló Zeus.
Originalmente se esperaba que sólo enfrentara unas pocas docenas de misiles balísticos intercontinentales, pero una defensa a nivel nacional era factible, aunque costosa.
La decisión de proceder con Zeus finalmente recayó en el presidente estadounidense John F. Kennedy, quien quedó fascinado por el debate sobre el sistema.
[4] El polígono de pruebas Zeus construido en Kwajalein se utilizó brevemente como arma antisatélite.