En la novela, como en otras narraciones de Mujica Láinez en las que los objetos son los narradores,[1] la casa narra su propia historia.
Paco se encierra en su cuarto hasta que es declarado demente e internado de por vida en un hospital psiquiátrico.
[5] Rosa y Zulema, hermanastras, se integran a la servidumbre de la casa.
Con su muerte, la familia comienza a desintegrarse, aunque los hermanos Benjamín, Gustavo y su esposa María Luisa siguen viviendo en la casa.
Al morir Benjamín, Rosa queda como heredera y los sobrinos de las dos hermanas se llevan cuanto pueden.