La ciudad muerta

La ciudad muerta es una novela corta del escritor peruano Abraham Valdelomar, subtitulada Por qué no me casé con Francinette.

La atmósfera del relato es pues totalmente irreal y con toques fantasmagóricos, que hacen recordar aquellas novelas fantasiosas o bizantinas destinadas para lectores poco exigentes.

Buena parte de los visitantes solían ser turistas extranjeros que venían a conocer las ruinas de una antigua ciudad colonial, la “ciudad muerta”, que se extendía cerca del puerto, a tres kilómetros del mar.

Rosso se metió por un pozo situado en la antigua plaza principal de la ciudad y no volvió a salir.

¿Habría acaso bajo la superficie de la ciudad muerta un conducto o río que lo conectaba con el mar?

Pasado algún tiempo, el médico sintió que la cuerda era jalada insistentemente, como si D’Herauville pidiera ayuda; pero, nuevamente como había sucedido con Rosso, no tuvo el valor para ir en busca de su amigo, y al final, con horror sintió escabullirse definitivamente la cuerda de sus manos, sin atinar a hacer nada.

Al igual que La ciudad de los tísicos, es una obra concebida bajo la influencia del modernismo y el decadentismo, corrientes entonces en boga.

Particularmente, en ambos libros es notoria la huella que dejó en el autor la lectura de las obras decadentistas del escritor italiano Gabriele D'Annunzio.

La atmósfera del relato valdelomariano es totalmente irreal, que hacen recordar aquellas novelas fantasiosas o bizantinas destinadas para lectores poco exigentes.

Abraham Valdelomar en 1910.
Ilustración de Valdelomar para “La ciudad muerta”. La señora Bretigne y sus dos niñas. En la revista Ilustración Peruana , abril de 1911.