Relata cómo Jesús expulsó del Templo de Jerusalén a los cambistas y comerciantes, que vendían animales para sacrificios rituales.
[4] Este episodio fue muy poco representado en la Edad Media, ya que un Cristo iracundo no encajaba con la idea tradicional del Salvador.
Durante la Contrarreforma, nunca fue muy popular y —por ello— las siete obras realizadas por el Greco constituyen una rareza.
[12] La pintura está aplicada mediante impasto, propio de las primeras obras del Greco, cuya inexperiencia es evidente en la poca relación entre el ropaje y los cuerpos a los que pertenece, así como en la falta de claridad entre los colores.
El joven que vuelve la cabeza llevándose la mano al pecho, muestra un ademán ya típicamente grequiano.