El chambelán Karl von Miltitz de Sajonia intentó mediar en el conflicto entre Lutero y el papado enviándole una carta al Papa León X a la que le agregó una copia traducida al latín de La libertad cristiana.
Durante la Edad Media el cristianismo tenía la facultad de establecer un “orden sagrado”, según el cual cada persona ocupaba un lugar fijo, predeterminado por Dios.
La Iglesia católica poseía la facultad de establecer este orden de acuerdo a su mejor parecer, y las personas debían someterse a él.
De este modo, la Iglesia Católica ejercía un control sobre las libertades individuales, cuyo único consuelo era una vida en el Más Allá, junto a Dios.
Lutero, basándose sobre todo en su interpretación personal de las Epístolas paulinas, propone una ruptura respecto a esta doctrina, retomando afirmaciones de Pablo de Tarso: A la justificación por la fe y las obras predicada por la Iglesia Católica, Lutero opone la justificación por la sola fe: La libertad cristiana es un hito en la transición de la Edad Media a la Edad Moderna porque plantea una inversión de la hasta ese entonces vigente concepción de la relación entre religión y libertad.