Al acudir a la clínica donde se realizó su tratamiento de fecundación in vitro, la misma reconoce haber cometido un error intercambiando su embrión con el de otra pareja.
Federica decide continuar con su embarazo y quedarse con el bebé, pero los padres biológicos emprenderán una batalla para recuperarlo.
[2] El director utiliza los colores o la composición de los planos para describir el estado mental de sus personajes (margaritas blancas en un jarrón azul frente las mismas flores azules de las dos madres) o emplea sus cuerpos de una manera expresiva y siempre de manera original, femeninos o masculinos, expuestos como una ofrenda, generosos o reproches (en cuclillas), desdibujados (el vapor a la ducha ante la transparencia de la piscina) hasta llegar al momento del nacimiento del bebé.
[3] Fue estrenada al Festival Internacional de Cine de Montreal de 2018, donde fue nominada a Grand Prix des Amériques a la mejor película, después pasó al Feferencias Málaga y ganó el premio a la mejor cinematografía del Festival de Cine Venezolano.
[4] Fue nominada al Goya a la mejor canción original.