El pintor retrata a una de sus modelos preferidas en su etapa parisina, Carmen Gaudin, que fascinaba al artista por su cabello pelirrojo y su blanca piel.
Otros pintores, como Albert Besnard, Émile Bernard, Henri Rachou y François Gauzi también la tomarían como modelo.
Esta y las demás obras mencionadas fueron pintadas en el interior del taller que tenía junto a Henri Rachou en la rue Ganneron de París y no en el exterior, escenario preferido por los pintores impresionistas coetáneos.
[2] La mayor parte de la producción de Toulouse-Lautrec fueron bocetos sobre papel e ilustraciones (viñetas satíricas, carteles), con los cuales se hizo popular ya en vida y le sirvieron para mantenerse económicamente.
Por el contrario, sus pinturas al óleo son escasas y no tuvieron gran repercusión en exposiciones o ventas.