[3] El personaje mejor delineado es don Juan, arquetipo de la soberbia y la codicia.
[4] Es un hombre egoísta, el primer personaje de las comedias alarconianas con una tipología bien establecida.
El enredo y las causas permiten hacer que los perfiles anímicos y morales de los personajes comiencen a definirse, sin importar si están a tono o no con la tipología del teatro contemporáneo.
[5] Al igual que en La cueva de Salamanca, la formación humanística y cultural de Alarcón lo llevaba a abordar temas casi olvidados para la época, como la magia.
En La prueba de las promesas el dramaturgo pone la magia al servicio del hombre, a la que considera la más perfecta criatura.