Violeta, una cortesana enferma de tuberculosis, abandona su vida de lujo y lujuria por amor a un joven noble con quien se retira a vivir en el campo.
Violeta escucha, con un creciente remordimiento, las patéticas palabras del señor Germont y decide abandonar a su amado, poniendo como excusa su deseo de regresar a su antigua y libertina existencia.
Entonces, en una fiesta, Alfredo la confronta y la deshonra tirándole dinero que dice le debe por los servicios prestados mientras vivieron juntos.
Violeta se desmaya abrumada por la enfermedad y la pena.
Meses después, cuando Alfredo se entera de todo, corre a pedir perdón por haberla despreciado y abandonado, pero la enfermedad de la joven ya estaba demasiado avanzada.