Sus afluentes son el arroyo Garzón, el de la Cruz, el Moleras y el Anastasio; mientras que vierte sus aguas hacia el Océano Atlántico.
Esta última se transformó en un cordón que funciona como separador entre la laguna y el océano Atlántico.
Esto le otorga al área de la laguna un gran valor económico, ecológico y paisajístico.
Entre los peces se encuentran la lacha, bagre negro, lisa, corvina blanca y lenguado; mientras que entre los crustáceos están el camarón rosado.
Además, existe un interés por parte del sector inmobiliario para vender solares en la zona, lo que implica una urbanización.
En un principio, las organizaciones ambientales rechazaron estos proyectos porque, según afirmaban, se modificaría el paisaje y los valores naturales del área,[2] aunque, después de varios trámites, en setiembre de 2014, se dio inicio a la construcción del puente.