[cita requerida] Lo inusual de este burdel era que no tenía habitaciones.
El escritor y poeta Sylvain Bonmariage lo describe en su libro Gagneuses como sigue:"El Lanterne Verte era un burdel; declarado como tal, y en su gran sala, amueblada como un café, las chicas desnudas servían el menú de la casa.
Un vaso de vino blanco costaba un franco y si se quería follar con las chicas o recibir una paja, se le pagaban cuarenta sueldos a la camarera.
Todo sucedía en un banco o una de las sillas del establecimiento: no había ninguna habitación.
"Pero no todo era bueno en la linterna verde:"Las sillas estaban en mal estado, [...]"[1]El Lanterne Verte cerró en 1921.