En 1753 se estableció en Roma, donde ingresó en la Academia de San Lucas en 1762.
Tras una estancia en Nápoles regresó a Roma, donde ejecutó varios frescos en villas de la nobleza, entre los que cabe resaltar los del Palacio Borghese.
En 1777 se trasladó a Turín, donde permaneció el resto de sus días.
[2] Realizó principalmente retratos, pintura de historia y temas mitológicos, en un estilo cercano al Neoclasicismo, caracterizado por el uso de tonos cálidos y grandes masas de sombra.
[2] Tuvo dos hijos pintores, Cajetan y Benoît.