Le jeune homme et la mort

A la derecha del espectador en una cama desvencijada está echado un Joven, vestido con un mono manchado de pintura, que fuma y espera.

Segunda escena: Abandonado, el Joven da rienda suelta a su desesperación, salta por encima de los muebles, voltea las sillas, arrastra la pesada mesa, cae al suelo y se vuelve a la soga anudada bajo la luz de un foco.

Por una rampa lateral desciende lentamente la Muchacha con un vestido blanco largo y guantes rojos, lleva puesta la máscara de la Muerte.

[5]​ Así lo entendieron los públicos más variados ante los que se presentó el ballet entonces tanto en Londres (1946)[6]​ como en Nueva York (1951) o Madrid (1958).

Bailarines de generaciones posteriores como Nuréyev o Barýshnikov desearon interpretar esta pieza ya mítica y Roland Petit se la adaptó a sus aptitudes y deseos desdibujando así la coreografía original.