Fue acuñada por Douglas Hofstadter en su libro Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle (1979, Premio Pulitzer en 1980).
Esta imposibilidad queda acentuada por la autorreferencia contenida en la misma frase (Recursión o «razonamiento circular»).
Esta ley fue originalmente relacionada con los ordenadores que se dedicaban a jugar ajedrez: Inicialmente, los buenos jugadores vencían siempre a las máquinas.
Hofstadter vio en esta situación un ejemplo práctico de aplicación de su ley: «En los primeros tiempos de la programación de ajedrez, la gente tendía a estimar que para que un ordenador (un programa) fuese campeón del mundo, la tecnología aún tendría que evolucionar durante diez años.
Pero los pasados diez años, parecía que para que un ordenador fuese campeón del mundo, faltarían aún diez años más».