En ese momento la paternidad del chaval es un secreto que solo conoce el emperador y aunque el joven príncipe se mueva en la Vera como un joven más, no pasa desapercibida cierta mala fama de juerguista del chaval.
Ahora faltaría saber cómo y por quién llegó Jeromín a ese Palacio.
Su padre adoptivo, D. Luis Quijada, estaba dedicado plenamente al servicio del Emperador como mayordomo real...
A partir de este momento, la historia deja paso a la ficción que contará la intensidad de ese amor y cómo D. Alonso (en algunos relatos tratado como "el conde") intentaría evitarlo, en versiones que han llegado hasta nuestros días con mayor o menor fortuna, o con mayor o menor acierto histórico.
En el libro sobre genealogía española del SXVI de Jacob W. Imhoff: Genealogiae viginti illustrium in Hispania familiarum.
[9] Todos los Mecenas se han incluido en una lista en las últimas páginas del libro.
La obra teatral se compone de cuatro actos y tres entreactos, incluido un baile que ambos amantes protagonizan sin poder verse, ni oírse, ni tocarse, encerrados en dos círculos de luz del que ninguno puede salir.
Tanto, que parecen dispuestos a arrojarse el uno en brazos del otro allí mismo.
Como en toda leyenda romántica, la separación engrandecerá el amor y hará que ambos enfermen hasta rozar la muerte.
A trazo grueso se ha descrito a Juan de Austria como un joven de físico y trato atractivos, al que se le atribuyen numerosas aventuras amorosas.
Fue apreciado por sus contemporáneos, al que comparaban constantemente con su sobrino el príncipe Carlos de Austria.
Según las mismas fuentes, el joven Carlos mostraba signos de inestabilidad, y se decía que no era apto para gobernar.
Venció a los turcos en la Batalla de Lepanto, con lo que se ganó una buena reputación en toda Europa.
No era alto, y al parecer siempre conservó ciertos rasgos infantiles, dato que bien podría sumarse a la confusión sobre su edad.
En la biografía oficial sobre D. Juan Lorenzo Van der Hammen le describe ayudándose de los testimonios de la gente que vivió con él: "Temperamento sanguíneo, señoril presencia, algo más que mediana estatura, alegre, inclinado a lo justo, de agudo ingenio, buena memoria, alentado y fuerte, ligero, agradable, buen honrador de letras y armas, excelente a caballo...[11] En cuanto a los rasgos de su carácter, necesarios para entender este relato y exceptuando las biografías excesivamente beatas que hacen sobre su vida ciertos autores y como el mismo Van der Hammen, que nos dibujan a un angelito que da limosnas, va a misa y reza el rosario todos los días, la mayoría de cronistas le describen como bastante mujeriego desde muy joven, y se relatan varios romances y algún nacimiento natural.