Hasta 2007, no hubo informes de violencia asociada con la presión para ajustarse a las creencias Mahāyāna.
Los cristianos, tanto católicos como protestantes y no religiosos, constituyen menos del uno por ciento de la población.
[1] La ley de mayor autoridad respecto a la libertad religiosa en Bután es su Constitución.
Aunque la Asamblea Nacional de Bután había prohibido la práctica abierta de las religiones no budistas y no hindúes al aprobar resoluciones en 1969 y en 1979, el marco legal actual proporciona inequívocamente la libertad religiosa para todos.
[2][nb 5] La cláusula constitucional sobre "coerción o incentivo" ha sido interpretada por un tribunal de distrito para prohibir no solo la conversión forzada sino también el proselitismo en el caso de un pastor misionero cristiano que usó un generador y un proyector.
[6][nb 6] Para cumplir con esos objetivos, la Ley creó el Chhoedey Lhentshog como autoridad reguladora de esas organizaciones.
[6][nb 11] Cuando un grupo recibe reconocimiento a través del registro, aún requiere permiso de las autoridades locales para celebrar reuniones públicas.
Las organizaciones deben, entre otras cosas, informar los activos, contribuciones, gastos y obligaciones al Chhoedey Lhentshog, que mantiene registros públicos.
[6][nb 12] La Ley de Organizaciones Religiosas también describe requisitos específicos para el funcionamiento interno, proporcionando un marco análogo a los códigos en otros países para corporaciones religiosas o sin fines de lucro.
Tradicionalmente, los budistas e hindúes han resuelto estas cuestiones según su religión; sin embargo, esto está cambiando a medida que el país toma medidas para fortalecer su sistema legal.
[1][10] Hasta 2007, la ley preveía la libertad de religión; sin embargo, el gobierno limitó este derecho en la práctica.
Sin embargo, no había leyes contra la publicación de material religioso.
El gobierno sostuvo que no había un currículum religioso en las instituciones educativas modernas del país.
[1] El gobierno exige que todos los ciudadanos se ajusten al driglam namzha, es decir, vestir el traje tradicional Ngalop en lugares públicos; sin embargo, solo se hizo cumplir estrictamente esta ley para visitas a edificios religiosos budistas, monasterios, oficinas gubernamentales, escuelas y para asistir a funciones oficiales y ceremonias públicas.
Algunos ciudadanos comentaron que la aplicación de esta ley fue arbitraria y esporádica.
[1] Los seguidores de grupos religiosos distintos del budismo e hinduismo en general tenían libertad de culto en casas particulares, pero las ONG alegaron que se les prohibía erigir edificios religiosos o congregarse en público.
Algunos grupos cristianos informaron que las reuniones religiosas deben celebrarse discretamente, especialmente en las zonas rurales, por temor a las autoridades.
Hasta 2007, no se podían construir nuevos edificios, incluidos lugares de culto, sin licencias gubernamentales.
Los disidentes alegaron que a los solicitantes se les preguntó su religión antes de recibir los servicios del gobierno.