El diálogo empleado en ambas obras da lugar a un discurso tenso, incisivo y razonamientos vivaces, aunque no puede dejar de notarse en ellos una cierta carga de apología y autopropaganda.
[1] Ambas obras están dirigidas a un público laico, gobernantes preocupados e interesados en la reforma espiritual, así como burgueses con inquietudes religiosas.
[1] El “Llibre de la ciutat del món”, del que se conservan cuatro manuscritos, pasó desapercibido para los estudiosos, críticos e historiadores literarios, e incluso editores de Obras esenciales, hasta que, en el año 1960, fue publicado por Johannes Stöhr.
[1] En esta obra el recurso utilizado es el del silogismo completo, unido al uso del gran superlativo, ambos ligados a las definiciones, otro ámbito en el que Llull lleva a cabo aportaciones nuevas; así como se usa el recurso literario de mezclar alegorías con personajes humanos.
[1] En ella, el autor dramatiza una conversación entre siete virtudes creadas y siete dignidades divinas, retiradas, en compañía de los hombres, a un lugar delicioso, donde habitan un suntuoso palacio.