[6] No tuvieron tanta suerte otras dependencias, como el museo, que fueron devoradas por las llamas.
Entre 1777 y 1785 estuvo destinado en San Frutos del Duratón.
[9] Para culminar tal labor, empezó un índice que completó en 21 tomos.
Su estado de saludo impidió acabarlo, dejando encomendado a su ayudante y discípulo, Gregorio Moreno, la finalización del resto.
[2] Su obra copista no impresa, fruto de sus trabajos como archivero, lo sitúan como el mejor paleógrafo español del siglo XVIII.