Al desafectarse el convento el licor pasó a fabricarse en la ciudad de Benicasim.
Los frailes carmelitanos se establecieron en el paraje, entonces apenas conocido, del llamado Desierto de las Palmas.
Buscando una salida a sus problemas económicos, la comunidad decidió emprender la fabricación de un licor destilado.
Las primeras ventas se llevaron a cabo hacia el año 1896.
En el Desierto de las Palmas tan solo se conservan las ruinas del convento.