La llamada de apareamiento es la señal auditiva que utilizan los animales para atraer a su pareja.
Las vocalizaciones se consideran sonidos producidos por la laringe y suelen observarse en especies de aves, mamíferos, anfibios e insectos.
Las llamadas mecánicas se refieren a cualquier otro tipo de sonido que el animal produce utilizando partes únicas del cuerpo y/o herramientas para comunicarse con posibles parejas.
El uso de vocalizaciones está muy extendido en las especies aviares y suelen emplearse para atraer a la pareja.
Entre las posibles explicaciones de esta adaptación se incluyen beneficios directos para la hembra, como un cuidado parental superior o la defensa del territorio, y beneficios indirectos, como buenos genes para su descendencia.
[5] En el gorrión chillón, la frecuencia del canto se asocia positivamente con el éxito reproductivo.
Una frecuencia de canto más lenta se asocia con la edad y es preferida por las hembras.
El estado reproductivo del individuo se comunica a través de una mayor frecuencia máxima.
Las hembras eligen a los machos por los beneficios indirectos que pueden heredar sus crías, como un cuerpo más grande.
[9] Los murciélagos de alas sacras emiten señales acústicas que suelen interpretarse como cantos.
Cuando las hembras oyen estos cantos, denominados "silbidos", llaman a los machos para que se reproduzcan con un chillido propio.
[10] Los ciervos rojos y las hienas manchadas, junto con otros mamíferos, también realizan señales acústicas.
[13] En la rana túngara, los machos utilizan una llamada quejumbrosa seguida de hasta siete cloqueos.
[14] En el sapo común, la competencia sexual se basa en gran medida en la lucha: los machos que tienen éxito suelen desplazar físicamente a otros machos de la espalda de una hembra para poder aparearse con ella.
Los animales que no pueden vocalizar su llamada pueden utilizar su cuerpo para atraer a sus parejas.
En el grillo de campo, Gryllus integer, los machos frotan sus alas para crear un trino rápido que produce sonido.
La duración del trino de cada macho es heredable y se transmite a su futura descendencia.
Otros factores que influyen en la formación de estas llamadas son la temperatura y la depredación.
Las agachadizas utilizan plumas especializadas de la cola para crear un sonido descrito como un "traqueteo" o un ruido "palpitante".
[22] Las cacatúas palmeras utilizan palos para tamborilear en árboles huecos, creando un fuerte ruido para atraer la atención de sus parejas.
[23] Las avutardas son aves grandes y muy terrestres que golpean con sus patas durante las exhibiciones de apareamiento para atraer a sus parejas.
Como resultado, esta preferencia femenina puede conducir a la divergencia de dos especies.
Varios estudios han demostrado que la especie Pseudacris triseriata (rana coro) puede dividirse en dos subespecies, P. t. maculata y P. t. triseriata, debido a eventos de especiación por diferencias en las llamadas de apareamiento.
Estas dos subespecies tienen un área de distribución que se solapa desde Dakota del Sur hasta Oklahoma.