[1] Del latín locutio, locución o discurso; y de loqui, hablar.
Las locuciones formales son ciertas palabras distintas y formales que el espíritu recibe, ya sea que las recuerde o no, no de sí mismo, sino de otro».
Este acontecimiento fue la fuerza impulsora de sus primeros pasos serios en su vocación religiosa.
[7][8] Las locuciones espurias se reconocen por su falta de coherencia o claridad y por la inquietud que causan en quien las recibe.
[9] San Juan de la Cruz hace la misma observación en Subida del monte Carmelo, Libro 2, Capítulo 19.