La estadía en la Argentina, sobre la cual escribió en diversas ocasiones, tuvo una notable influencia en su formación como hispanista, muy atenta también a la literatura hispanoamericana.
Durante el período universitario participó en el movimiento estudiantil antiperonista, más allá de que asistía a manifestaciones antifascistas y antinazistas.
[2] Decisiva en su formación fue la figura del tío, el célebre lingüista Benvenuto Terracini, que la llevó a estudiar la literatura siempre atenta a la especificidad de los fenómenos lingüísticos.
De regreso en Italia, en 1948 se graduó en Filología Románica en Turín y empezó la carrera de docente universitaria en Messina, para proseguirla luego en Roma, Génova y Turín.
La fuerte atención (considerada por ella también un posicionamiento civil y político) hacia la didáctica de la literatura está particularmente presente en su obra I segni e la scuola (1980).