[1] Compuesta entre 1623 y 1625,[2] abundan las referencias madrileñas, lo que permite destacar el aspecto costumbrista que mantiene numerosos puntos de contacto con la novela cortesana de los siglos XVI y XVII: galanteos, desafíos, enredos, encuentros imprevistos y varias evocaciones a lugares de la Villa y Corte.
[5] En Los empeños de un engaño, Alarcón profundiza en la pintura de caracteres para cimentar su crítica social.
En este caso, lo que podría haber sido un drama de honor con el que podría censurar las conductas sociales, se frustra por la actitud de algunos personajes.
Alarcón, como lección, debe ensayar más la comedia antes de aventurarse con la tragedia y el drama.
Así, al final de sus obras, todos los villanos sufrirán, metafóricamente, un doloroso castigo por sus pecados.