En este sentido, un párroco de la villa del siglo XIX señaló que el nombre original de la localidad era "Rosal", en referencia a las rosas que florecían silvestres en la zona, y posteriormente este nombre evolucionó a "El Osar".
[6] En cuanto al gentilicio, los habitantes de este municipio se denominan "losareños".
[10] El municipio posee un clima mediterráneo con inviernos suaves y veranos templados.
Por el contrario, la parte sur, más próxima al río Tiétar, posee temperaturas más altas y menos precipitaciones, si bien en invierno hay numerosas heladas en las proximidades de dicho río.
[12] A finales del siglo XIII, se crearon regímenes señoriales que redujeron el territorio placentino en esta zona.
Este señorío fue otorgado a Nuño Pérez por el rey Fernando IV de Castilla.
Por el oeste, García Álvarez de Toledo, recibió las tierras vinculadas a Jarandilla.
En consecuencia, Losar y Robledillo quedaron constituidos como un territorio placentino entre ambos señoríos.
A finales del siglo XIV, el conjunto de las dos aldeas estaba habitado por 140 familias.
La construcción de la iglesia favoreció notablemente la economía del lugar, que llegó a superar los 400 vecinos en 1532.
Duque de Alba, desde allí sierra adelante hasta donde el sol se pone, Los Linarejos».
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituyó en municipio constitucional en la región de Extremadura.
Puesto que la mayor parte del término municipal es de carácter montañoso, se aprovecha para pastos para el ganado caprino, ovino y vacuno.
No obstante, debido a su posición oriental dentro del área, hay una gran gravitación comercial hacia Navalmoral de la Mata.
La ermita de San Isidro se localiza en la finca «El Robledo» cerca del río Tiétar.
Por esta razón en los alrededores al puente hay varios cámpines y restaurantes.
El jardinero encargado de hacer la plantación fue D. Antonio Correas Sánchez que tras medio año aproximadamente fue sucedido por D. Vicente Mateos Domínguez Pérez que se encargó del mantenimiento y diseño de los jardines.
Durante los cuatro días siguientes, se desarrolla la fiesta profana, consistente en la celebracíon del Día del inmigrante donde se hace una comida que se invita a todo aquel que tuvo que marcharse en su día a otras tierras para buscarse la vida y vuelve cada verano a Losar.
Las peñas animan el festejo con sus cánticos y charangas que, posteriormente, recorren las calles del pueblo creando un ambiente único durante estos días.