Luciano Murrieta

Acompañó al general en su exilio londinense y allí planeó su futuro, que no pasaba por el oficio de las armas.

La amistad con Espartero y el hecho de que este contrajera matrimonio con la hija de una distinguida y adinerada familia riojana, le permitió iniciarse en el negocio de los vinos, para lo cual el general le cedió unos terrenos y le permitió usar la propias bodegas que poseía fruto del mayorazgo que regentaba con su esposa.

Viajó a Burdeos siguiendo los pasos que el siglo anterior había dado Manuel Quintano y Quintano, canónigo precursor de lo que sería la calidad vitivinícola española, donde aprendió las últimas técnicas y conocimientos sobre viticultura.

Allí cultivó viñas, cereal y aceite, siempre con la pretensión de obtener una gran calidad en sus productos.

[1]​ Fue enterrado en la cripta familiar del cementerio de Santurce.