Sirvió bajo las órdenes de su padre en Ponto en el año 83 a. C. durante la segunda guerra mitridática.
Fue edil curul y adornó las murallas del Comitium con piedra de Lacedemonia.
[7][8] Murena fue defendido por Marco Licinio Craso (el triunviro), Quinto Hortensio Hórtalo y Marco Tulio Cicerón, y fue absuelto aunque es probable que fuera culpable, gracias a los argumentos de Cicerón, quien señaló que, con Catilina a la cabeza de un ejército en las afueras de la ciudad, y sus cómplices dentro de la misma Roma, era necesario tener un cónsul enérgico para proteger al Estado el próximo año.
Catón, que era un colega de Metelo, se opuso a los cónsules, pero Murena lo protegió durante una refriega.
Ya no vuelve a aparecer en los registros y probablemente murió antes de poder ejercer el proconsulado.