Tras la revolución bolchevique, los comunistas confiscaron la vasta fortuna de la familia Nobel en Rusia.
Sin consultar a su hermano, Robert gastó los 25 000 rublos que Ludvig le confió para comprar madera —"dinero de nogales"—, y en su lugar adquirió una pequeña refinería en Bakú.
Ludvig envió fondos adicionales a Robert para invertir en la modernización y mejora de la refinería.
El negocio del petróleo carecía de conocimientos técnicos y metodología científica.
Para rectificar esto, Nobel estableció laboratorios de investigación técnica química en Bakú.
Estos centros de investigación eran muy activos y cuando se encontró algo de interés comercial, Nobel se apresuró a probar los nuevos productos a gran escala.
En octubre de 1878, encargó dos buques cisterna más del mismo diseño: el Buda y el Nordenskjöld.
Introdujo el reparto de utilidades y trabajó activamente para mejorar las condiciones laborales en sus fábricas.