Lugar de los sucesos de Casas Viejas

Los terribles hechos tuvieron una enorme repercusión política y social en la convulsa historia de la II República.

En la mañana del día siguiente María Silva, La Libertaria, su amiga Manuela Lago y Gallinito, militantes anarquistas, desfilaron por el pueblo con la bandera rojinegra.

Los guardias civiles al comprobar que estaban aislados telefónicamente salieron del edificio a hacer una ronda de reconocimiento para evaluar la situación.

El sargento murió al día siguiente y el guardia García Chueca varios días después.

Ambos fueron golpeados duramente para que delataran a todos los participantes en esa fatal acción.

Los guardias consiguieron averiguar que había varios miembros de la familia Seisdedos implicados.

Allí se encontraban igualmente el anciano Curro Cruz, más conocido como Seisdedos, dueño de la choza, su nuera Pepa Franco y los dos hijos de ésta Francisco y Manolo.

Otro guardia fue herido y aislado de sus compañeros que no lo podían auxiliar.

Los campesinos no pensaban rendirse y Artal solicitó refuerzos que llegaron a las diez de la noche.

Tras sucesivos ataques infructuosos de un fuego intensificado se decidió posponer el asalto hasta la mañana.

Las órdenes que tenía eran acabar rápidamente con el alzamiento de Casas Viejas, por tanto, se reinició el fuego, ahora sí con rifles y ametralladoras.

El anciano Seisdedos y su hijo Perico murieron por las balas, pero los supervivientes no se rindieron.

Objeto del asedio de los anarquistas en las horas en que el Comunismo Libertario quedó declarado.

Ocupando el resto de la parcela existente, estaban los corrales del huerto, hoy en día transformado por varias edificaciones.

Se han realizado algunas obras en el inmueble, pero conserva los muros y el antiguo patio del cuartel.

La edificación está constituida por dos plantas de altura en primera crujía hacia la plaza Nuestra Señora del Socorro.

La choza del carbonero Seisdedos estaba ubicada en un corral que sobresalía en la parte inferior de la calle Nueva.

Tenía un único acceso desde la calle, la puerta, que funcionaba también como principal fuente de luz.

Los ocupantes de la choza resistieron en el interior hasta que se produjo su incendio.

El lugar está conformado por un patio trasero del actual hotel Utopía, al borde de la calle Nueva.

El conjunto, situado sobre una loma, tiene un acceso a través de la calle Nueva en pendiente.

Se trata del inmueble conocido hoy como Café Pub Tato.

Continuamente los guardias iban y venían de la fonda a la choza.

Aquí se decidió la razia del pueblo y aquí se hospedaron en los días posteriores los reporteros que, como Eduardo Guzmán o Ramón J. Sender, fueron a narrar las noticias sobre lo acontecido.

[1]​ Sus cuadras, en la parte trasera, sirvieron de escondite para algunos campesinos en los días siguientes.

Llamado así por la instalación actual de un parque urbano en el lugar del antiguo Campo Santo.

Existe una dramática iconografía sobre ello ya que los cadáveres quedaron varios días en completa intemperie.