Ingresó en el Museo del Prado antes de 1834, pues figura en el inventario del Real Museo de ese año; se cita por primera vez en el catálogo oficial del Prado en 1872.
Por deseo de la reina María Luisa de Parma, el pintor retrató por separado a cada miembro de la familia real, lo que evitó que todos juntos debieran posar durante largas y tediosas sesiones.
Todos los bocetos tienen como característica principal una imprimación roja y rasgos faciales construidos en un solo tono, al igual que las masas principales.
Al final, una vez definidos los planos y las proporciones, se añadían los matices de color.
El pintor capta, en el rey de Etruria, a un personaje vibrante, expresivo y, en apariencia, lleno de vitalidad.