Después de que Enrique II y Catalina de Médicis se casaran, pasaron varios años sin que nacieran hijos.
Aunque se probaron varios remedios, ninguno resultó ser eficaz.
Su educación y cuidado fueron confiados a Diana de Poitiers.
[1] Sus padres tenían planes para su cuarto hijo.
Sin embargo, su prematura muerte mantuvo este intento alejado de los planes de la familia real.