[2] En 1927, como parte de su proyecto educativo, el gobierno del general Lázaro Chacón había convocado a un concurso para docentes, donde los mejores serían premiados con becas para estudiar pedagogía en el extranjero; ambos ganaron: Martínez Mont partió hacia Suiza y Arévalo hacia Argentina.
[3] Cinco años más tarde, recién concluida la licenciatura y empezando el doctorado, Martínez tenía ya un sitio importante entre los pedagogos: Jean Piaget, el más destacado psicólogo infantil de su tiempo, le había elegido para que le ayudara con su investigación.
[4] En la década de los años treinta del siglo XX, en Europa los intelectuales debatían sobre la forma en la que los seres humanos adquieren juicios morales.
En un principio recibían Q175 mensuales pero ahora se les entregarían solo Q116; esta reducción obedeció a los cambios en educación que hizo el general Ubico, quien no prosiguió el proyecto de restructuración que habían iniciado los generales José María Orellana y Lázaro Chacón.
«Luis estaba en un país europeo, rodeado de gente tacaña hasta la crueldad», escribió años después Arévalo, «por esta causa sus estudios se resintieron.
[Nota 3] La situación en Guatemala se complicaba para los intelectuales ya que sus proyectos morían antes de nacer; en secreto, Martínez, Arévalo y dos amigos más prometieron marcharse y «servir a Guatemala desde fuera, pero servirla limpios de culpa, pues el país era cada día más una cárcel.
Ambos prometieron escribirse algún texto cifrado para confirmar que era seguro partir; el primero en hacerlo fue Luis, quien redactó desde Washington: «Johnny Walker.
El gobierno del coronel Carlos Castillo Armas envió a un grupo de cadetes para que repatriaran el cuerpo con honores.