Luisa Ulrica de Prusia

Su marido había sido elegido como heredero gracias en parte a la influencia rusa en el parlamento.

Cuando Adolfo Federico se convirtió en rey de Suecia, en 1751, los sombreros se negaron a aumentar la influencia de la monarquía en la política, lo que derivó en una abierta enemistad entre los reyes y el parlamento.

Con todo, la reina llevó sus ambiciones al extremo y conspiró en los preparativos de una revolución.

Luisa Ulrica recibió una amonestación por parte del clero, que la encontró responsable de las muertes.

El partido de los sombreros perdió prestigio con la guerra y buscó a la reina a fin de pactar la paz con Prusia, aludiendo al vínculo familiar que Luisa Ulrica mantenía con ese país.

Perdidas sus esperanzas de entablar alianzas sólidas con sus adversarios en el parlamento, Luisa Ulrica encontró un poderoso colaborador en su hijo, el príncipe Gustavo (posteriormente Gustavo III), cuya actividad política lo llevó a escalar rápidamente en el partido de la corte, el instituto político representante de los intereses monárquicos en el parlamento.