Las lumas consistían en uno o dos palos de punta afilada, que una persona (el "lumero") empujaba con el abdomen hasta introducirlos parcialmente en la tierra.
[1] Para facilitar su uso, las puntas usualmente se sometían a un proceso de endurecimiento, el que en sus inicios consistía en su paso por fuego para su carbonización, y que durante el siglo XIX daría paso a la forja de engastes de fierro.
[2] Las lumas fueron inicialmente descritas por los conquistadores españoles a mediados del siglo XVI, quienes las identificaron como la herramienta más utilizada por los pueblos de cultura mapuche para la labranza de sus cultivos.
[3] En la provincia de Chiloé las lumas sobrevivieron como principal herramienta de labranza hasta inicios del siglo XX, incluso entre la población hispano-descendiente del archipiélago.
Sin embargo, estos ejercicios tuvieron un impacto acotado, producto del escaso conocimiento que se tenía sobre esta forma de trabajo en la zona.