Dependiendo del procedimiento utilizado para evaluar cómo había podido llegar una persona a ser un criminal, se comprende que existen varias corrientes: Confiaban en que los humanos constan del libre albedrío de la misma forma, provocando que cualquier persona podría cometer actos ilegales como el asesinato o el robo.
De ésta forma, para poder evitar que se volviera a delinquir, solo hacía falta instrucción.
De ésta forma, en 1876, tras analizar a cuatrocientos delincuentes, publicó sus resultados en su libro titulado "L'Uomo delinquente".
[6] En esta publicación, concluye que "los rasgos fisiológicos de cada criminal corresponden y determinan el tipo de crimen que puede cometer, pues desde su nacimiento el delincuente está destinado a serlo sin posibilidad de cambiar"[7]Entre los criminales se ha podido determinar suficientemente la nariz del ladrón y la del estuprador.
El ladrón presenta, en su mayoría, la nariz rectilínea (40.4 por l00); en bastantes casos cóncava (23.32 por 100); con base frecuentemente levantada (32.13 por 100); en muchas ocasiones, corta (30.92 por 100); larga (53.28 por 100); aplastada (31.33 por 100); y algunas veces desviada (37.6 por 100).
Los estupradores tienen, casi siempre, la nariz rectilínea (54.5 por 100), aplastada (50 por 100) y desviada (50 por 100), pero de medianas dimensiones […].
Adviértase por consiguiente, que si el perfil rectilíneo y la dirección desviada distinguen la nariz del criminal de la del normal, la longitud, latitud y protuberancia caracterizan suficientemente entre sí a los diferentes tipos de criminales.
[11] Además, el antropólogo, señala que no se puede alterar ninguna marca o característica fisonómica del sujeto ni antes, durante o después de "la representación" (el momento de hacer la foto y cuando se revela).
Este conocido error, supuso que el método Bertillon fuera complementado con la dactiloscopia, la identificación biométrica a través de las huellas dactilares, basado en un estudio realizado en 1882 por Francis Galton.
Así pues, la nueva norma está pretendiendo "proteger los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos en el ciberespacio" puesto que su objetivo fundamental es evitar los delitos y fraudes informáticos o en la red.
Estas escaneaban los rostros de los estudiantes en tan solo 30 segundos y, después de que un programa analizara las imágenes, se clasificaban sus expresiones en 7 emociones (feliz, triste, decepcionado, molesto, asustado, sorprendido y neutro).