Que existió una lírica hebrea en verso y canciones o cantos lo atestiguan pasajes de la Biblia como Éxodo 15:1-19 y Números 21:17-20; una canción o canto (shir) es, según el significado primario de la palabra, poesía; pero la cuestión de si los pasajes poéticos del Antiguo Testamento muestran un ritmo regular o medido está todavía sin resolver.
En vez de fundarse en un ritmo logrado por el número de sílabas o duración del verso, mediante la repetición de determinados patrones de sílabas largas y breves, o bien en la rima o en la aliteración, la métrica hebrea parece haberse fundado en el artificio retórico-estilístico del paralelismo semántico: el verso se construye en el ámbito literario hebreo con dos cláusulas sucesivas (a veces tres) de significado más o menos, similar, de manera que se decía en la segunda (y en la tercera, si era el caso) lo mismo que en la primera pero con palabras distintas o en forma diferente, con otra imagen, comparación o concepto de igual o equivalente significado o una negación de lo contrario (litotes); puede ser, por ejemplo, un concepto abstracto que se ilustra con una imagen visual: Al conjunto formado por las dos mitades paralelas se le suele llamar estico, del griego stijós, que significa "línea", y también, con mayor precisión, monostiquio compuesto de dos mitades o hemistiquios.
El paralelismo semántico se complica con tres tipos de variantes: O bien: Otras veces son símiles o comparaciones en que se valora una más que otra: A veces el segundo hemistiquio expresa una oposición no simétrica, sino menos clara y más variada.
Otras veces este paralelismo sintético se funda en sintagmas progresivos, es decir, repite algunas palabras del versículo anterior ("El Señor está cerca de los que le invocan / de los que le invocan con siceridad"), procedimiento que fue imitado por el poeta español Dámaso Alonso en su libro Hijos de la ira (1944).
Por otra parte, aunque no conocemos en todos sus detalles la pronunciación del hebreo antiguo, podemos estar razonablemente seguros de que la métrica hebrea era además acentual: cada verso estaba constituido por dos hemistiquios con tres acentos cada uno, cuyo esquema rítmico se repite en todos a lo largo del poema.