Fue en esa época en la que se canceló el Dyna-Soar, y el interés de la Fuerza Aérea en una nave tripulada para operaciones militares empezaba a desvanecerse.
También se pensó en dotarlo de un arma sin retroceso con la que disparar proyectiles a alta velocidad.
La opción recomendada, sin embargo, fue la de simplemente utilizar un pulverizador para pintar de negro el objetivo o partes del mismo, inutilizando su óptica y las células solares, y produciendo un sobrecalentamiento del satélite, provocando un fallo irreversible.
Contra las naves enemigas tripuladas, el módulo lunar CSD podría haber sido usado en operaciones psicológicas o interfiriendo en las comunicaciones.
Algo más tarde, con la firma del tratado SALT I, se abandonó cualquier proyecto relacionado con interceptores espaciales.