Si bien su madre, por temas económicos no podía mantenerla, siempre estuvo presente junto a su padre.
Sobrevivió, pero quedó con una paraplejia lumbar y no pudo volver a caminar.
“Al principio era malísima, me costaba mucho mover la silla.
He logrado adquirir una capacidad de quererme y aceptarme tal como soy.
Estar en una silla de ruedas no es nada del otro mundo, es solo una condición diferente”, añadió.