Macario se sintió llamado a la vida espiritual desde su juventud, y según sus hagiógrafos no tenía interés en las vanidades del mundo.
Así, Macario tuvo que volver a su rica casa paterna por necesidad y contrición, donde se dedicó entonces con la mayor devoción al estudio de los escritos espirituales.
Según sus hagiógrafos, demostró ser tan bueno que, tras solo seis años, se le confió el cargo de obispo.
Su predecesor había estado muy enfermo en su vejez y ya no podía ocuparse del obispado en la medida necesaria.
Estos nuevos sacerdotes habían sido previamente formados a fondo tanto en la doctrina como en la práctica litúrgica, no solo en las iglesias parroquiales, sino también en los monasterios.
Para promover el despertar espiritual de la nación griega, Macario, como obispo, fundó numerosas escuelas.
Con su amigo Nicodemo, Macario compiló los cinco tomos de la Filocalia, que fueron publicados por primera vez en Venecia en 1782.
Fue la publicación de estos textos sagrados y espirituales lo que condujo a una renovación del movimiento hesicasta en la iglesia ortodoxa oriental.
La historia de esta oración comienza con los padres del desierto, entre ellos Antonio Magno, y el texto termina con Gregorio Palamás.