Este documento causó un considerable revuelo en su época.
Fue apoyado por más de cuatrocientos diseñadores gráficos y artistas, y además recibió el respaldo de Tony Benn, que lo publicó en el periódico británico The Guardian.
Reaccionando contra la opulencia de la Gran Bretaña de los años sesenta, buscaba radicalizar el diseño, que se había vuelto vago y acrítico.
Atacaba a la cultura consumista que sólo se interesaba por comprar y vender cosas, y reivindicaba la dimensión humanista del diseño gráfico.
Fue puesto al día por un nuevo grupo de diseñadores en el año 2000: Manifiesto Lo primero es lo primero (2000).