Realizó su primera exposición individual en la Galería Mateu de Valencia en 1951.
Sin pertenecer a ningún grupo ni adscribirse a ningún estilo, comenzó investigando en el ámbito de la figuración, evolucionó hacia el arte abstracto y acabó encontrando un lenguaje propio.
De regreso a España, se instaló en Madrid, donde vivió desde entonces alternando estancias entre Ibiza y Mallorca.
Esta luz mediterránea queda plasmada en sus telas a través del predominio del blanco y tonos muy luminosos, que alternan con obras en la gama de los grises.
En los años setenta, centra sus investigaciones sobre la luz y el color en el metacrilato, para adentrarse, en 1981, en el ámbito de la escultura, realizando unas planchas metálicas dobladas que mantienen la huella del blanco y el gris de sus obras anteriores.